Es de reconocimiento que Internet nos ha traído la accesibilidad a la información. Atrás ha quedado la época en la que acudíamos a las bibliotecas a consultar biografías para trabajos de la universidad. Teníamos a nuestra disposición grandes volúmenes de libros, antiguos, nuevos, ilustrados…y nosotros anotábamos todas esas referencias que íbamos buscando, ya que muchos de los libros no podían ser sacados de allí. Sin embargo ahora, la información la tenemos “a un clic”. ¿Lo malo? Pues que no existe diferenciación de la misma. Podemos toparnos con artículos publicados por doctores en la materia, y al mismo nivel, comentarios escritos por aficionados que contienen un sinfín de errores. Es nuestra labor dedicar tiempo a “desgranar” la información obtenida, buscar referencias adicionales a esa información que apoyen unos u otros comentarios. ¿Lo bueno? Pues que Internet nos permite hacer desde casa lo que antes implicaba algún desplazamiento. Estudiar una carrera online, por ejemplo. Claro está, también hay gente que abusa y no sale de casa absolutamente para nada. Compras, ocio y entretenimiento e incluso la jornada laboral pueden ser llevados a cabo desde la comodidad de tu sillón.

Estamos en plena era digital. Los menores de hoy han nacido con una Tablet debajo del brazo y un Smartphone en el bolsillo. Es difícil que lean algún libro en formato papel  mientras que puedan hacerlo en una pantalla. Pocos son los que sabrán apreciar el característico olor de libro nuevo al pasar las páginas si pueden tener gigas de almacenamiento en sus dispositivos electrónicos.

Carr apoya la teoría de que Internet ha cambiado nuestra forma de pensar. Yo no diría tanto, pero sí creo que ha afectado a nuestra forma de expresarnos y escribir. Estamos condicionados en cierto modo a la escritura digital, a la búsqueda rápida y para ello, usar frases cortas,concretar, comillas, corchetes, y cualquier otra herramienta que nos permita encontrar lo que buscamos rápidamente.

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